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Un homenaje a los Libertadores en la Sierra Maestra

Autor: Miguel Alfonso Sandelis

Hay en la Sierra Maestra un sistema intrincado de picos, donde se alzan varios de ellos sobre los 1700 metros de altura por encima del nivel del mar. Dichas elevaciones se encumbran, no solo por sus alturas, sino también por sus nombres. Martí, Maceo, Gómez, Céspedes y Calixto justifican el apelativo del singular sistema: “Maestrica de los Libertadores”.

Observando a la Maestrica de cerca y conectado a ella por un firme, se yergue la mayor elevación de la provincia Granma, el Pico La Bayamesa, con 1730 metros de altitud. En dicha cumbre el grupo de excursionismo “Mal Nombre” construyó en el año 2008 un pedestal sobre el que colocó un busto del Padre de la Patria, realizado por el escultor Odarés Vázquez. Desde aquella ocasión, La Maestrica fue punto de mira de los malnombristas, pero el poco tiempo nos impidió adentrarnos en tan complicada zona. En el año 2019, Mal Nombre volvió a La Bayamesa y nos crecieron las ansias por adentrarnos en La Maestrica.

Ya en el 2020, la COVID-19 frenó los deseos malnombristas por incursionar en los montes cubanos, pero el paso a la nueva normalidad nos dio el margen necesario para ir en busca de las alturas, y los finales de diciembre se prestaron para ello. Al plan de adentrarnos en la Maestrica se le agregaba llegar hasta un paraíso terrenal de la Sierra Maestra llamado “Manguito”, para lo cual tendríamos que desbrozar el firme de la Maestra desde Pino del Agua Arriba hasta el pintoresco lugar, lo cual hicimos en el 2008 y dejamos inconcluso en el 2019.

Llegar a la Maestrica tendría más que un móvil aventurero, ya que en medio de los preparativos surgió la idea de colocar placas sobre las cumbres, que sirvieran de referentes al explorador. Estas serían colocadas en los picos Martí, Maceo y Gómez, los más altos y, a la vez, los más cercanos a La Bayamesa. Cada placa llevaría el nombre del pico, para señalar el punto geográfico, y tendría también grabada una frase del héroe que le da nombre a la altura, a modo de homenaje. Para escoger las frases, se propusieron varias por héroe y se realizó un debate entre los malnombristas, que terminó en una votación.

Las tres placas

Antes de iniciar la excursión, algo nos quedaba claro. Colocar las tres placas sería muy difícil por lo ajustado del tiempo, la ausencia de caminos, lo agresivo del clima y las dificultades para el abastecimiento de agua. Por eso establecimos como prioridad colocar la placa del Pico Maceo, el más cercano, sin desechar la posibilidad de llegar a las otras dos alturas. La última exploración por la Maestrica, de la que se tiene referencia, ocurrió 20 años atrás, cuando una expedición científica, con guías de la Sierra, buscaron infructuosamente los rastros del carpintero real.

Viernes 18 de diciembre del 2020

Desde las diez de la mañana nos fuimos juntando los malnombristas en la terminal de La Coubre. A la habitual carga de pertrechos alimenticios, tiendas de campaña y otros aseguramientos, se le sumaban 14 pomos de medio litro, llenos de un cemento donado por Mary, y las tres placas, diseñadas por Claudia. Hasta La Coubre nos llegó un rollo de alambre de cobre enviado por Sosa, para fijar las placas.

A las tres y veinte partimos en tren 24 malnombristas (incluyendo a los niños Samuel, Sofía y Lucía) rumbo al Oriente del país.

Sábado 19 de diciembre del 2020

A las siete y 19 de la mañana llegó el tren a la estación de ferrocarriles de Bayamo. Luego de andar a pie por la Ciudad Monumento, tomamos un camión que nos dejó en Guisa y allí nos trepamos en una guarandinga. Un alto en “El Plátano”, nos permitió recoger la arena necesaria para colocar las placas. A las dos de la tarde nos apeamos en “El Oro”, desde donde caminamos tres kilómetros para llegar a Pino del Agua Abajo, donde hicimos campamento.

Acampada en Pino de Agua Abajo

Domingo 20 de diciembre del 2020

Tras una fría madrugada y un de pie a las seis y media, redistribuimos la carga que llevábamos en nuestras mochilas e iniciamos el inclinado ascenso montañoso que lleva desde Pino del Agua Abajo hasta Pino del Agua Arriba. El excesivo peso que cargábamos nos hizo parar varias veces. Tiradas unas fotos en el sitial que conmemora los dos combates victoriosos del Ejército Rebelde en Pino del Agua, continuamos la marcha hasta el antiguo campamento “El Nueve”, del cual solo queda una placa de concreto. Allí desbrozamos monte para tener acceso al agua de un arroyo. Aquel sería nuestro campamento base.

El Panteón de Pino del Agua Arriba

Lunes 21 de diciembre del 2020

Otra madrugada fría y otro de pie a las seis y media, fueron los preludios de la partida en pos de la Maestrica de los Libertadores. Con arena, cemento, agua, las placas y unas barras de maní molido, comenzamos la caminata. Dejamos atrás el camino de ascenso al pico La Bayamesa y continuamos por un camino abierto que creíamos nos llevaría a la Maestrica. Pero el GPS de David nos llevó la alarma: vamos paralelos a la Maestrica, pero no hacia ella. Luego de que David me convenciera, comprendí que el acceso a la Maestrica pasaba por el pico La Bayamesa, y hacia allá nos fuimos.

Tras el recio ascenso, nos reagrupamos junto al monumento a Céspedes. Cuatro de los presentes estuvimos también en aquel verano del 2008, cuando erigimos el sitial. De aquel entonces me acompañaban Lorenzo, Yanieyis y Raine.

En el Pico La Bayamesa

Comenzamos entonces el inclinadísimo descenso de La Bayamesa por el sur. El perdido trillo hecho por los buscadores del carpintero real, se nos aparecía de vez en cuando, junto a unas cintas de nylon atadas a algún que otro tronco. Pero el verdadero trillo era el que abríamos a machete limpio, en rotación de dúos cada diez minutos. A las cuatro de la tarde, alzados sobre un pico al que denominamos “Intermedio”, decidimos parar. Distante un kilómetro hacia la derecha nos aguardaba el pico Maceo, y dos más después de este, el Gómez. Dos kilómetros y medio a la izquierda, nos quedaba el Martí.

El regreso al campamento del Nueve fue a paso apurado. Trepamos hasta La Bayamesa y bajamos por esta con las penumbras del oscurecer. Al Nueve llegamos ya de noche, para tratar de arreglar un arroz que nunca se ablandó.

Martes 22 de diciembre del 2020

Con un de pie adelantado para las seis de la mañana, comenzamos los preparativos del día decisivo, tras felicitar a los maestros de la tropa por su día. A las ocho menos cuarto partimos. Subida a La Bayamesa, descenso brusco al firme y ascenso al pico Intermedio, fueron las previas de la continuidad de la chapea, la cual iniciamos a las once menos diez con rotación de dúos cada 20 minutos. Poco a poco, arrancándole metros al monte, nos fuimos acercando al Maceo, hasta culminar la conquista de su cima a las dos y 26 de la tarde.

Abriendo monte rumbo al Pico Maceo

De inmediato, Osniel se convirtió en el ingeniero de la obra. Una gran piedra hallada y cargada por Frank Roque y Raine le sirvieron a Osniel como pedestal. Claudia puso su encanto en los retoques de la obra. Pasadas las cuatro y media, la placa estaba anclada y embellecida en su definitivo entorno. Con las banderas cubana y de Mal Nombre desplegadas, llevadas por José Julián e Ibis, y posando frente a una cámara colocada sobre unas ramas por Raine, nos hicimos varias fotos de grupo junto a la placa. El regocijo era grande, a pesar de que no quedara tiempo para abrir monte y colocar las otras dos placas. Aunque el homenaje directo era a Maceo, habíamos cumplido también con Martí y Gómez. Y la promesa quedaba: volveríamos a la Maestrica en otra ocasión para terminar las obras.

La vuelta atrás fue también de apuro, como el día anterior, pero la noche nos cogió antes de subir a La Bayamesa. Ya en la bajada, Ibis dio un tropezón del cual se llevó una fractura en el tobillo derecho, que confundimos con un esguince, y Osniel la cargó a ratos para llevarla al campamento.

De noche en el Pico La Bayamesa

Miércoles 23 de diciembre del 2020

Era el cumpleaños de Raine, nuestro científico aportador al logro de la vacuna Soberana 01 contra la COVID-19. Ibis partió de primera con su aparente esguince, apoyada en mi tradicional muleta y en un palo del monte, y acompañada por el veterano Eduardo; poco antes nos habíamos repartido en la tropa sus pertenencias para cargarlas. Nos juntamos los 24 en Pino del Agua Arriba y comenzó entonces la otra odisea, la de unir Pino del Agua con Manguito a través de un firme de la Maestra colmado de helechos y derrumbes. Tal fue el acoso, que tuvimos que acampar esa noche en pleno monte, sin abastecimiento de agua. Puré de papas calentado apenas, y galletas molidas y mezcladas con sardinas, aliviaron nuestras hambres.

Acampada en el firme de la Maestra

Jueves 24 de diciembre del 2020

Tras una mañana de desmonte y un mediodía de ágil avance, nos aparecimos en el paraíso de Manguito. Río, fuente de Ana, Salto de Pa’colmo, pinares, majaguas, puentes, miradores, bancos de madera, flores, olores, paisaje ensanchado y un agua muy fría, se mezclaron en nuestros sentidos. La finca de Flora y Fauna fue nuestro campamento; la comida, la más rica de todas; la noche, la más fría.

Fuente de Ana
Salto de Pa’colmo

Viernes 25 de diciembre del 2020

Una caminata de más de 20 kilómetros hasta bajar a San Pablo de Yao Arriba fue la receta de la jornada. A poco de iniciarla, un resbalón me costó un serio agravante en mi tradicional cojera, debido a una fractura en el dedo gordo del pie. Ibis, con su fractura en el tobillo, volvió a mostrar de la fibra que está hecha. Casi al oscurecer, la solidaridad nos inundó en San Pablo de Yao. Esa noche acampamos en un terreno de pelota histórico, por haber jugado Fidel con los lugareños en 1963.

•••

El martes 26, San Pablo de Yao nos siguió acogiendo y lo aproveché para visitar a la bella instalación de la televisión Serrana, y a un buen amigo, el camarógrafo Luisito, que conocí de cuando los malnombristas colocamos el busto de Chávez sobre el pico Caracas, con las entrañables compañías del héroe René y los venezolanos Edgardo, Juancito y Luis Manuel. El domingo 27 iniciamos el regreso, con paso alargado por la ciudad de Las Tunas, accidentado viaje en tren y final en guagua, hasta la despedida en la terminal de La Coubre.

Así concluía un esforzado periplo, que incluía más de 65 kilómetros a pie en siete días por la mayor serranía cubana, donde se juntaron la guerrilla, el homenaje y el esfuerzo. Sobre los picos Martí y Gómez aguardaban los espacios listos para nuevos homenajes-retos. Sobre el Maceo quedaba una huella indeleble, en tiempos de alzar a coro la sentencia del Titán: “No quiero libertad, si unida a ella va la deshonra”.

Nota: Agradecemos la colaboración de la unión de Ferrocarriles de Cuba, la Dirección Provincial de Transporte de Granma y la municipal de Guisa, de los amigos de la Sierra Maestra Oscar, Alcibíades, Ramón e Idael; del Consejo Popular, el INDER y varios pobladores de San Pablo de Yaro Arriba; y de los profesores Raúl y Yolanda, de Las Tunas, y Marrero, de la facultad de Mecánica de la CUJAE.

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Publicado por Bufa Subversiva

Cubanos, martianos, revolucionarios y socialistas de nacimiento.

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